martes, 14 de junio de 2011

PRINCESA DE FUEGO

Cuando una logra identificarse con esa obra maestra que le pertenece, los desafíos se transforman en emotivas construcciones, donde la agudización de los sentidos va marcando un sendero.
Es el logro alcanzado, cuando, con paciencia y esfuerzo, nos encontramos conectadas a nuestros propios ritmos, transmitiendo el lenguaje vibracional subjetivo, dicho en criolla, nos descubrimos y llegamos a identificarnos con nuestra niña interior. Esa partecita del Ser libre de contaminación y única, que siendo vulnerable, permite alegremente que nuestras energías fluyan y se renueven.
No importa cuantas lágrimas tengan que venir a nuestro rescate, llegan y limpian nuestros rostros marcados por el tiempo, son la sensación y muestra de un dolor en proceso de curación.
Una vez conectadas con nuestra Madre Tierra, seguimos el sonido de esos latidos, el potente tambor que golpea nuestro pecho. Ahí, comenzamos a elevar nuestros frágiles y cansados brazos, a la vez nuestro cuerpo completo es una fuente fértil de sensaciones, la intuición nos conecta desde el interior, la percepción nos habla afuera.
Es un conjunto de esencias, ritmos que nos indican cada final de un ciclo, para dejar lugar al nacimiento de algo nuevo, estamos siempre acompañadas de nuestros propios recuersos elementales y complejamente naturales.
Aunque los hombros acusen molestias, las cervicales presenten contracturas, el equilibrio parece que se pierde en determinado momento, renovar nuestros conocimientos hace que la vieja mochila pese, pero esperanzadamente una nueva nos ayuda a trasladar el nuevo material, que, con dedicación y tiempo, comenzaremos a procesar, son nuevas ventanas, posibilidades para lograr ampliar nuestros horizontes.
Todo forma parte de esa valiente llama que es la creatividad, esa Princesa de Fuego que va creciendo, buscando su lugar en este maravilloso reino.
Es la unión entre nuestros mundos, la unidad del Ser interior con la Realización externa.
Es la huella que nos inicia, revela, identifica, emociona, desafía, nos construye y constituye. Es la acción de la vida.
Es el inicio hacia nosotras mismas, cada Princesa de Fuego dando alimento a su propio Reino.